Entre los principales elementos propios del crecimiento del niño se encuentran los saltos evolutivos. ¿Sabes qué son?
Una persona puede llevar un estilo de vida propio. Pero cuando tiene un hijo, ese estilo de vida cambia. Además de los cambios básicos en la rutina, aumentan tus responsabilidades. Todo esto genera dudas, y la mayoría de ellas están relacionadas con el proceso de crecimiento del bebé, especialmente en los primeros años. Cada mes de vida aparecen cosas nuevas, algunas de ellas fácilmente visibles; otros, no tanto. Por ejemplo: el tono del cabello cambia, el bebé comienza a sonreír, toma objetos con las manos. Así, el pequeño va descubriendo cosas nuevas. De hecho, cada mes hace algo nuevo, pero ¿sabes exactamente cómo sucede? Explicaremos los detalles de cada fase, centrándonos en lo que llamamos "saltos de desarrollo".
¿Por qué el uso del término “saltos” de desarrollo?
Al contrario de lo que se podría pensar, la evolución del niño no se da de forma sistemática y constante. En realidad, sucede a través de picos, con cambios intensificados en períodos específicos. Un claro ejemplo de esto es el caso de la ropa. Los que ya tienen hijos habrán notado que la ropa de repente deja de quedarles bien de una semana a la otra. Así como el avance físico tiene períodos de aceleración, ¡sucede lo mismo con el desarrollo personal de las habilidades cognitivas! Tales cambios sorprenden incluso al propio bebé; por lo tanto, corresponde a los responsables darle la mejor contención para su progreso. Los saltos en el desarrollo son elementos cruciales para el crecimiento de un bebé.
¿Qué son los saltos de desarrollo?
En resumen, los saltos en el desarrollo del bebé son períodos de aceleración, en los que el pequeño adquiere nuevas habilidades, tanto físicas como emocionales. Los cambios en la visión son comunes, por ejemplo, aumentando la capacidad del niño para ver las cosas de una manera más enfocada, mejorando el movimiento y las interacciones. La coordinación motora es otro factor que se destaca con saltos en el desarrollo. A medida que suceden, el niño aprende a gatear, sentarse, sostenerse la cabeza, caminar y recoger un objeto con su propia mano. De hecho, hay muchos cambios, que pueden dar a los padres una sensación de “mi bebé ya no es el mismo”, y, para los más pequeños, una sensación de impotencia. Por ello, es fundamental estar atentos.
¿Cómo sé que mi hijo está pasando por uno de estos saltos?
Para alguien tan pequeño, explorar un universo desconocido a través de los avances cognitivos y perceptivos es sin duda un torbellino de emociones. Los cambios en el cuerpo y la mente de uno no se entienden inmediatamente. Por lo contrario. La necesidad de adaptarse a las novedades a menudo hace que el niño se sienta inseguro e incluso llore más de lo normal. Ante tanta rareza, el bebé siente que necesita apoyo, para volver a la “base”, es decir, ¡al regazo de la madre! Después de todo, la figura materna simboliza comodidad y seguridad. Así que no te sorprendas si escuchas más llanto y manifestaciones de necesidad durante los saltos de desarrollo. De esta manera, podes estar al tanto de los cambios de comportamiento del bebé a niño, que, recorda, ¡siempre ocurren por una razón! Menos hambre, noches de insomnio y pequeños “escándalos”. Al observar mejor las situaciones, te darás cuenta de que todo esto se debe al proceso natural de crecimiento y de enfrentar lo desconocido.
Descripción de saltos de desarrollo
Primero, es importante aclarar que, aunque muchos niños registran los saltos en momentos similares, cada uno crece a su manera. Así que no te apegues a fechas o estándares fijos. Las situaciones antes mencionadas pueden surgir en momentos diferentes; esto no significa algo negativo. Las variaciones de un mes (hacia arriba o hacia abajo), por ejemplo, son comunes. Generalmente, los saltos en el desarrollo aparecen con mayor frecuencia en el primer año de vida, pero continúan ocurriendo hasta la adolescencia. Sin más preámbulos, te presentamos los 10 principales saltos de desarrollo y el tiempo estimado de su ocurrencia.
1er salto: Ver el mundo (5 semanas)
El primer salto se produce, aproximadamente, cuando ya ha cumplido 1 mes de vida. En esta etapa predominan los cambios significativos en la visión. El bebé comienza no solo a ver personas y objetos con mayor claridad, sino también a fijar su mirada por más tiempo. Además, el pequeño empieza a responder más al tacto y ya puede dar su primera sonrisa social (voluntaria). Paralelamente a estas novedades, el bebé debería llorar más fácilmente, requerir más contacto físico y aumentar el tiempo y la frecuencia de las tomas. Entre los saltos evolutivos, el primero corresponde a la capacidad de ver.
A los 2 meses de edad, el bebé ya tiene una visión más precisa, fijando la mirada en determinadas figuras. Consejo: estimular al pequeño, colocándolo boca abajo para una mayor estabilidad del cuello, jugando con imágenes y objetos. El niño también comienza a notar que sus manos y pies son parte del cuerpo y, por lo tanto, los mueve, buscando el control. En este salto, la lactancia materna será demandada con mayor frecuencia.
3er salto: Expandiendo horizontes (3 meses)
En esta etapa, además de ver los elementos individualmente, el bebé debe acompañarlos, moviendo los ojos y la cabeza. Así, percibe más el entorno y ve mayores distancias. Otra novedad es el hecho de que el pequeño ya es capaz de darse la vuelta cuando escucha un sonido desconocido, o agarra juguetes (un sonajero, por ejemplo). Aquí, los llantos se vuelven más fuertes, como un grito, y el bebé puede comenzar a chuparse el dedo meñique. Por cierto, en este último punto, los padres o responsables ya pueden pensar en darle un chupete. Esto se debe a que la práctica de chuparse el dedo es potencialmente dañina para la dentición.
4to salto: Nuevos sonidos y ruidos de “bebé” (4 meses)
Este es uno de los saltos de desarrollo más largo, con una duración de 4 a 6 semanas. Durante este período, el bebé aprende a hacer varias cosas al mismo tiempo. Ejemplo: rodar, darse la vuelta, jugar solo, tomarse de las manos, buscar a mamá o papá. En consecuencia, también produce nuevos ruidos y sonidos, propios de los bebés, cada vez más agudos, descubriendo que puede gritar. Por lo tanto, se necesitará más atención por parte de los padres, ya que las noticias pueden traer cambios repentinos en el estado de ánimo y dificultad para dormir.
5º salto: Hacer asociaciones (6 meses)
Ahora ya puede sentarse sin apoyo. El pequeño comprende que él y su madre son seres individuales. Algunos detalles le llaman la atención, como las etiquetas. También comienza a entender las consecuencias de las acciones, por ejemplo, tirar un objeto al suelo y ver qué sucede. En todo caso, muestra insatisfacción si está lejos de sus padres; ¡así que la lactancia materna y el regazo pueden ayudar mucho!
6to salto: Interactuar más (8 meses)
En esta etapa, la presencia y los movimientos de otras personas despiertan más la atención de los bebés, quienes los observan y quieren interactuar con ellos. Algunos comienzan a gatear (otros ya habían comenzado) y quieren moverse más, incluso replicando los movimientos de los miembros de la familia. Pueden aplaudir, sacudir la cabeza para indicar "no" y entender más sobre los elementos que los rodean. Todo esto, sin embargo, puede hacer que los pequeños sean más temperamentales. Lloran cuando no consiguen lo que quieren, piden estar en brazos y se resisten al cambio de pañales. Por otro lado, es posible que tu hijo quiera pasar más tiempo contigo, mostrándote mucho cariño. La interacción con los padres se vuelve más estrecha a medida que avanza el desarrollo.
7mo salto – Entendiendo las funciones
Al observar todo lo que lo rodea, el bebé hace asociaciones importantes; por ejemplo, comprende las funciones de los objetos o el orden de las actividades. Así, aprende nuevas palabras y formas de comunicarse. Aquí el pequeño ya entiende que los zapatos se usan en los pies y los juguetes se guardan en un lugar específico. También intentará usar los elementos correctamente; por ejemplo, comer con cuchara, imitar a los padres y poner la llave en la puerta. Otro punto importante: el niño empieza a entender un “no” y otras instrucciones básicas.
8º salto: jugar con elementos cotidianos
Si antes el bebé ya interactuaba con los juguetes, ¡ahora su creatividad va más allá! En esta etapa, observará que el niño encuentra la manera de jugar, incluso con objetos cotidianos comunes. Un ejemplo es verlo usando un plato como volante, o un control remoto como teléfono. Ahora, también entienden la funcionalidad de juguetes un poco más complejos e incluso pueden dibujar. Además, es en esta época cuando el pequeño suele dar sus primeros pasos. Por otro lado, también son comunes algunas rabietas. Debido a que duerme menos, está más inquieto por la noche, el bebé llora con más frecuencia.
9º salto: Elegir solo (1 año y 2 meses)
En este salto comienzan algunas señales de un poco más de autonomía, con el bebé queriendo elegir algunas cosas, comunicar pensamientos e incluso “negociar” con los padres. Hay un intento de combinar palabras y gestos para demostrar sus intereses. Muy curioso, el pequeño explora todo lo que tiene delante, imitando a la gente, despidiéndose y mandando besos, por ejemplo. Sin embargo, precisamente por la capacidad de decidir, puede optar por no estar con nadie más que contigo.
10º salto: Controlar su propio cuerpo (1 año y 6 meses)
Ahora el bebé sabe que puede controlar sus acciones y cómo hacerlas. Sus deseos son cada vez más claros. Expande la combinación de gestos y palabras para indicar lo que quiere, inicia juegos, usa cubiertos, juega a la pelota, juega con muñecos y mucho más. Sin embargo, como todavía no tienen un dominio completo del idioma, pueden surgir algunas fricciones en la comunicación. En esta etapa, el apetito del niño puede disminuir, las pesadillas nocturnas pueden aumentar, así como el deseo de contradecir a los padres. Existe el surgimiento potencial de un período de desobediencia. La capacidad de abrir la puerta es una señal de que se han logrado la mayoría de los avances en el desarrollo.
¿Cómo ayudar al niño a afrontar estas fases?
Al analizar los saltos de desarrollo del bebé, también se señalan los puntos negativos, o más bien, las diferencias en el comportamiento habitual. Irritación, cansancio, carencia y cambios en el apetito son algunos signos comunes, dependiendo de la fase. A partir de esto, es fundamental que los padres o responsables estén presentes y comprensivos, ayudando al niño a afrontar los cambios. Después de todo, no está actuando así por una "rabieta", sino porque se está familiarizando con lo nuevo. Es una etapa agotadora, a veces estresante, sin duda. ¡Pero también pasa rápidamente! Después, todo vuelve a la normalidad.
Te dejamos 5 consejos:
Deja que el bebé se alimente con más frecuencia. La cercanía a la madre le traerá seguridad y cierta estabilidad.
Usa elementos como un cabestrillo o canguro para mantener a tu bebé cerca de tu cuerpo sin comprometer tus brazos y actividades diarias.
Proba llevándolo a tu cama de forma segura durante esta fase.
Estimula las habilidades que comienzan a fluir con cada salto. El estímulo de los padres anima al bebé y lo hace más relajado.
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