Aprende a diferenciar y tratar casos de resfríos, gripe y virus más graves. El poco conocimiento sobre cómo proceder con bebés resfriados es un tema que preocupa a muchos mamás y papás, más aún en este escenario de caos sanitario. Desde hace un tiempo, los síntomas asociados con la gripe o los resfríos son tratados con más atención. Con la aparición de virus letales, como la gripe porcina y, el Covid-19, las personas, en general, comenzaron a preocuparse más por los dolores de cabeza y la secreción nasal. El aumento de la atención pública también se debe al creciente número de muertes y casos confirmados del nuevo coronavirus surgido en China, que arrasó el planeta y causó impactos en varios sectores, especialmente en áreas como la salud y la economía. Si como adultos nos preocupamos cuando aparecen síntomas, en el caso de los bebés -naturalmente más frágiles- la atención a la posibilidad de contaminación está más potenciada aún. La alerta es aún mayor si el niño presenta síntomas que pueden indicar una infección respiratoria. Para no someter al bebé a una prueba -a menudo costosa y que genera riesgos de contaminación por exposición al ambiente hospitalario- que revela la presencia o ausencia del virus Covid, podemos tomar otras vías de acción. Es importante seguir las recomendaciones médicas que te permitan diferenciar un simple resfriado de una gripe o incluso de un coronavirus. Por lo tanto, el escenario actual sugiere que, al analizar temas relacionados con un resfrío en bebés, es necesario tener en cuenta varios otros aspectos.
Diferencias entre enfermedades
Según la postura de los médicos, es difícil diferenciar el cuadro de Influenza (H1N1) -conocida popularmente como gripe porcina- del Covid 19, dadas las similitudes en la sintomatología de ambas infecciones. Algunos estudios médicos señalan que los casos de Covid pueden desencadenar trastornos gastrointestinales en los bebés. Este sería uno de los diferenciales del virus surgido recientemente en relación con la gripe provocada por la variante de Influenza. Además, los problemas en el sistema respiratorio pueden distinguir entre los dos virus. Por lo tanto, es necesario hacer una distinción relevante entre un resfriado y una gripe. En la primera, el niño no suele tener fiebre baja, presentando habitualmente síntomas de secreción nasal, tos y dolor de garganta. Por lo general, ante la existencia de un resfrío, el pequeño suele estar en buenas condiciones, incluso ante estos posibles síntomas. En el segundo caso, el pequeño puede tener fiebre alta y el consiguiente malestar, lo que compromete su lactancia, haciendo que no quiera alimentarse tanto. Al igual que el resfrío común, la gripe puede causar dolor de garganta y tos. En el caso de que el niño tenga el virus más reciente que se conoce (el nuevo coronavirus), la principal alerta de presencia de la enfermedad es la garganta. El pequeño suele tener tos seca, inicialmente, para luego generar, en muchos casos, flemas. Otro síntoma frecuente es la fiebre. Sin embargo, su ausencia no descarta la posibilidad de que el niño tenga Covid-19. La principal diferencia entre el coronavirus y la gripe es la característica de la tos. Mientras que el primero está más cargado, el segundo muestra menos flemas y más irritación de garganta.
¿Hospital? Solo en extrema necesidad
Ante la preocupación, los padres suelen llevar a sus hijos al hospital para saber exactamente qué está pasando con el pequeño. Sin embargo, ante el hacinamiento y, en algunos casos, incluso el colapso del sistema de salud, la decisión de visitar un hospital debe ser pensada y analizada con mucho cuidado. El riesgo de contaminación por exposición es muy alto. Y el sistema de salud, ya repleto, puede ver empeorada su condición. Para explicar mejor el escenario a los papás y mamás, se puede adoptar el siguiente ejemplo: un niño mayor, de tres años, con fiebre baja, pero que se alimenta bien, no necesita ir al hospital. Los padres pueden quedarse en casa, atentos a su estado. Ahora bien, si el bebé es muy pequeño, y tiene alguna señal de que no está amamantando, gemidos y/o molestias al respirar, se debe considerar. Eso es porque, aunque no tenga Covid, puede sufrir bronquitis, influenza u otra enfermedad. Para este tipo de dudas, la recomendación es consultar directamente con el pediatra del bebé, en caso de tener alguna afección, en lugar de acudir a una unidad hospitalaria convencional. Acudir al médico especialista en niños reduce las posibilidades de contagio por Covid, cuyas formas de transmisión aún se están estudiando. En cualquier caso, aunque no se desmitifican del todo las vías de contagio, la más aceptada apunta a la transmisión del virus a través de gotitas que prevalecen en lugares muy concurridos.
Empeoramiento de las condiciones de resfrío en el bebé
Sumando a la situación actual, la llegada de las estaciones más frías trae consigo la aparición de diversos tipos de virus. Entre ellos, el rinovirus, uno de los principales causantes de los resfriados. No son solo las condiciones climáticas del otoño e invierno las responsables del aumento en la incidencia de resfríos en los bebés. El hecho de que los humanos pasan más tiempo en el interior contribuye al aumento de casos. Por eso, la época del año que se acerca, unida a la situación de inestabilidad del sistema sanitario y la mayor propagación de virus provocada por la pandemia, hacen valer la máxima de que “todo cuidado es poco”. Se recomienda tener un mayor control de las personas enfermas que visitan al bebé. Esto no evita por completo que te contamines, pero reduce potencialmente las posibilidades.
Tu bebé se resfrío: ¿qué hacer ante la primera infección?
Hay varias pautas sobre cómo tratar los resfríos en los niños. En general, los médicos dicen que, en recién nacidos hasta un mes, es común que la nariz haga un pequeño ruido, ya que naturalmente todavía está algo obstruida. Esto no debe despertar preocupación. Pero, si el bebé tiene tos o fiebre superior a los 37,8 grados y dificultad para respirar, lo ideal es que lo lleven al médico, ya que podría tratarse de un catarro preocupante. La situación de mayor atención frente a un resfrío es hasta el momento en que cumple los dos meses. Desde el nacimiento hasta el segundo mes de vida, la inmunidad del pequeño es prácticamente inexistente. La leche materna, durante este período, suele ser la fuente de nutrición. A los seis meses de edad, el sistema inmunológico del niño comienza a aumentar un poco. Al cumplir un año ya se puede observar una cierta eficacia en las defensas del organismo. El aumento más notable de anticuerpos ocurre después de los tres años. A los seis años, el sistema inmunitario ya se parece mucho al de un adulto. En los primeros meses de vida es necesario seguir las recomendaciones médicas para evitar que personas enfermas visiten al bebé, no salir a lugares concurridos y cerrados. Estas prácticas reducen los riesgos de contraer desde un simple resfrío a una enfermedad más grave, como por ejemplo una bronquiolitis.
Tené en cuenta que cuanto más pequeño es el bebé, más dañinos pueden ser los efectos de un resfrío. Sin embargo, cada bebé puede responder de manera diferente al contacto con el virus. Puede suceder que un niño llegue al hospital con un simple resfrío, el médico informe a los padres de la condición leve, y luego la condición empeore a una enfermedad más preocupante. Ya sea porque el bebé contrajo algo en el hospital o por una evolución natural, que muchas veces no se puede predecir en consulta. Cuando el bebé tiene un resfrío más leve, se recomienda que se hidrate bien. Si tiene hasta seis meses, esta hidratación debe hacerse a través de la leche materna. Si es mayor, podes darle más agua a lo largo del día y lavarle la nariz con solución salina.
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