El ciclo volcánico -también llamado efecto volcánico- afecta fuertemente el sueño del bebé, dejando al pequeño en una especie de “erupción”. Al leer el término “ciclo volcánico” probablemente la primer reacción de los padres sea: “pero ¿qué tiene que ver el volcán con los bebés?”. Pues bien; al principio nada. Sin embargo, es precisamente del significado literal de “volcán” que debemos trazar este paralelo. Entonces, imaginemos: si escuchamos/leemos la palabra “volcán”, inmediatamente pensamos en “calor”, “fuerza”, “intensidad”, ¿no? Ahora, relacionándolo con una persona, se transmite la idea de “ira”, “irritación”, y es comprensible decir que “tal persona es un volcán”. Por lo tanto, el ciclo volcánico sucede exactamente así, dejando al bebé en “erupción”, en una ingrata lucha contra el sueño. Conozcamos en profundidad qué es y cómo evitar este mal para los más pequeños.
¿Qué es el ciclo volcánico?
Empecemos a entender qué es un ciclo volcánico en base a su término científico: presión homeostática del sueño, abordado por varios autores, entre ellos Elizabeth Pantley, en su libro “Soluciones para Noches sin Llorar”. El efecto volcánico se produce por la acumulación de presión homeostática, cuya raíz es la falta de siestas -o siestas demasiado cortas- a lo largo del día. Esto es algo contradictorio; esto se debe a que, a pesar del gran cansancio, el bebé se agota gradualmente y, al mismo tiempo, no puede dormir. Cuando llega el sueño, en lugar de quedarse dormido, el cuerpo del bebé libera cortisol (hormona de la vigilia), que también se manifiesta como respuesta a situaciones de estrés, siendo expulsado durante el llanto. Por tanto, el cortisol anula los efectos de la serotonina y la melatonina, sustancias que, entre otras cosas, ayudan al proceso de sueño.
Ciclo volcánico: una bola de nieve
Mucho tiempo despierto
Levantarse más temprano a la mañana
Despertarse varias veces a la noche
Dificultad para dormir
Alto nivel de cortisol
Para comprender, recurrimos nuevamente al sentido literal de las cosas. Decimos que algo crece como una bola de nieve desde el momento en que se acumulan los elementos negativos hasta el punto en que no vemos una solución a corto plazo. La relación “volcán-bebé” permite incluir un término más en este juego de palabras: bola de nieve. Sin embargo, no significa “congelar” el ciclo volcánico ni nada por el estilo para detenerlo. Cuanto más tiempo esté despierto, más cortisol producirá. Cuanto más cortisol, más llora el bebé; y cuanto más llanto, ¡más cortisol! El resultado es mucho llanto e irritación para el bebé, que no puede relajarse, además de la probabilidad de síntomas como fiebre y dolor. Todo esto por no hablar de la enorme preocupación y angustia que generan en quienes están a su lado. Sin duda, es una bola de nieve, y una grande.
Cómo evitar el ciclo volcánico: la importancia de las siestas
Tene en cuenta lo importante que es evitar que el cortisol se libere en el cuerpo cuando se acerca la hora de acostarse. Una de las principales acciones para evitar el ciclo volcánico es observar las señales de sueño del bebé. Al notar estos signos, podes asegurarte de que tu bebé duerma siestas de calidad antes de que el cortisol entre en acción. Estos signos son similares en todos los casos:
Bosteza
Se refriega los ojos
Poner la cabeza como para dormir
Se enoja fácilmente
Mueve mucho la cara o la oreja
Pide chupete/dedo
Falta de concentración en una actividad o juego
Vale la pena señalar que los signos del sueño varían de un bebé a otro. Así que observa el comportamiento de tu bebé con mucho cuidado a medida que se acerca la hora de la siesta. Así sabrás el momento adecuado para dejarlo descansar, protegiéndolo del ciclo volcánico.
¡Las siestas son esenciales!
El efecto volcánico destaca la importancia no solo de una buena noche de sueño para el bebé, sino también de siestas de calidad a lo largo del día. Las siestas le brindan al pequeño la energía para sobrellevar la rutina, manteniendo el ánimo y el buen humor para jugar e interactuar. Todo esto, por supuesto, sin tener que luchar contra el descanso. Pero ¿cuál es el momento ideal para cada siesta? O, yendo más allá, ¿cuántas horas al día debe dormir el bebé? Bueno, los números varían a medida que el bebé crece. En términos generales, una siesta verdaderamente reparadora dura al menos 50 minutos, aunque algunos especialistas recomiendan más tiempo. Para ayudarte a organizar esta rutina, hicimos un cuadro de sueño del bebé, según la etapa de cada uno, desde el nacimiento hasta el primer año.
EDAD
SUEÑO NOCTURNO
SIESTA
HORAS
1 mes
Ciclo de sueño (1 a 4hs) intercalados por 1 a 2 horas despierto, ya sea de noche o día
-
15 a 20 horas
3 meses
6 a 9 horas
5 a 9 horas divididas en 3 o 4 siestas
15 horas
6 meses
9 a 11 horas
2 a 3 horas divididas en 2 o 3 siestas
14 horas
1 año
9 a 10 horas
2,5 a 3 horas - una de mañana otra de noche
13 horas
Consejos para ayudar a dormir a tu bebé
Ahora que ya sabes qué es el ciclo volcánico y sus consecuencias, además del tiempo de sueño necesario para el bebé, es hora de mejorar la forma de dormir del bebé. Para ello, te preparamos cinco valiosos consejos.
1.Enseñale a tu bebé a diferenciar el día de la noche
Entre las múltiples dicotomías inherentes al ser humano, quizás la primera en manifestarse sea la “luz-oscuridad”. Después de todo, dentro del útero materno no existe el día ni la noche, sólo la relación entre el tiempo y el espacio. Al nacer, el bebé tiene su primer contacto con la luz, detectando la claridad de una forma sin precedentes. Ante esto, obviamente, el pequeño ya sabe diferenciar entre claro y oscuro. Sin embargo, es la frecuencia de los estímulos diarios lo que le hará mejorar su percepción. Es decir, un buen método para ello es reforzar los elementos predominantes tanto de día como de noche. Durante el día, mantene a tu bebé en contacto con la luz, los ruidos y los movimientos que marcan este período. Al caer la noche, las calles se calman, el paisaje se oscurece y el ritmo general se ralentiza. Y lo mismo debería pasar con la rutina de tu casa. Si los dispositivos de sonido -como la televisión, la radio y otros enseres domésticos- están activos durante todo el día, es interesante apagarlos o bajar el volumen a medida que pasan las horas, para que la noche siga al silencio reinante en el exterior.
2.Apaga las luces del dormitorio y atenúa las de la casa
Cualquier tipo de luz interfiere con el sueño. Así que, cuando se acerque la hora de acostarse, evita dejar las luces encendidas, especialmente las del cuarto del bebé. Para evitar que se asuste cuando finalmente se despierte durante la noche, podes dejar una lámpara encendida, sin que la luz esté dirigida directamente al bebé. De esa manera, podrá volver a cerrar mejor los ojos sin más problemas.
3.Crea un ritual a la hora de dormir
Pensá en una secuencia como la que describimos aquí: cena; bañera; dar una vuelta; cariño; música tranquila, etc. No es una regla, pero puede servirte de guía para crear una rutina para cuando llegue la hora de dormir. Repetido todos los días, esto hará que el bebé asimile estos momentos para dormir.
4.Dar (¡y tomar!) un baño tibio antes de acostarse
El comentario también aplica a los demás consejos, pero este, en especial, puede ser una gran ayuda no solo para el bebé, sino también para los padres después de un día intenso y ajetreado. Un baño tibio puede relajarlos, sobre todo si se les da con poca estimulación, poca luz y sin juguetes, para no agitar al pequeño. Haciéndolo una rutina, se creará la tendencia y todos en casa dormirán tranquilos.
5. Tene un juguete suave a mano
Por lo general, a los bebés les encanta dormir con un paño o almohadas con forma de animales, ya que es una forma de tener una especie de compañía en el sueño. Además de ser suaves, estos objetos suelen tener el olor de sus padres, aportando comodidad -y, sobre todo, seguridad- a los más pequeños a la hora de dormir.
Bebé: una especie en evolución
El título es obvio. Desde el principio de los tiempos, todas las especies del mundo están en constante evolución. El ser humano tuvo que pasar por varias transformaciones para llegar a la etapa actual. Pero, además de este panorama más amplio, destacamos las evoluciones internas de cada individuo. Un ser humano, en aislamiento, además de seguir los cambios de la especie en su conjunto, adquiere nuevas habilidades con el avance de la edad, entre ellas, la capacidad de dormir profundamente. En este sentido, no es difícil concluir que los bebés necesitan atención y orientación constante por parte de quienes los acompañan. Es una etapa de prueba imprescindible para que en el futuro los pequeños (cuando ya no sean pequeños) puedan tomar sus propias decisiones con la mínima injerencia exterior. Los bebés son seres que aún no terminaron de desarrollarse por ello necesitan de nuestra ayuda, caricias y cariño. Debemos atenderlos cuando lloran, sostenerlos en nuestro regazo y ayudarlos a dormir. Dado que aún no se comunican con el habla, tenemos que buscar otras maneras de comunicarnos. Por ello, enfatizamos la importancia de reparar en los signos del sueño (o su falta).
Por tanto, para evitar este tipo de problemas, es necesario anticiparse a ellos y buscar soluciones. Crea una rutina tranquila y saludable para transformar tu hogar en un entorno versátil que esté activo durante el día, pero que invite gradualmente a una placentera noche de sueño.
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